jueves, 4 de abril de 2013

LLEGÓ LA PRIMA-VERA

NIDO DE PETIROJO

Fecundada de primavera, la grácil hembra teje, hacendosa, para sus primicias, discreto acomodo.
 
Trina su embarazo primaveral y, aún grávida, lo adorna con galanteo ilustrado de amorosas piruetas.

Trajina ramas y ramitas, pajas y pajitas para su primera y escondida cuna, donde ya casi se mecen tenues trinos intuidos.

Otea y escudriña desde alcores, zarzas y hierbajos un consorte orgulloso; y con ojo avizor tensa la cuida de sus ovales frutos frente al traidor acoso de ladinos, raposos picudos o bípedos...

El macho, henchido de orgulloso gorgojeo, trina a sus recién píos desde un velado otero, acotando su espacio y territorio de poder y seguridad.

Entre tanto, zigzaguea la hembra, alocada cual colibrí, y busca el sustento entre brotes de frutos y gusanillos, que reptan aturdidos hacia su agujero huyendo del tajo plano de mortífera azada.

Sin alas, el humilde gusanillo, acepta su destino y viaja en pico hasta el voraz buche de recién nacidos, que bullen en nuevo, confortable y escondido acomodo nidal.

De un amor tres ovales; dos nacidos y uno que repetirá ciclo con mejor fortuna en próxima y nueva primavera.